Día de la tierra, pero cada día.

Y mientras las estructuras sociales se resquebrajan ante nuestros ojos, del otro lado también se puede ver una nueva posibilidad.

Una donde la Tierra es más protagonista. Donde vamos entendiendo la importancia de hacer comunidad. Donde re-aprendemos nuevas formas de funcionar, de co-existir, de co-crear entre nosotros, pero también con el mundo natural que nos rodea, ese que hemos olvidado tanto las últimas décadas.

Una forma de vivir donde volvemos a ser más conscientes de los ciclos, las temporadas, las estaciones. De los momentos en que la energía nos impulsa a crear y producir y también cuando nos pide guardarnos, reposar e ir hacia adentro.

No tenemos idea de qué vendrá en los próximos meses y años, pero no cabe duda que existe la posibilidad de crear un mundo nuevo. Uno donde nos sintamos más en paz y más tranquilxs sabiendo que nuestras acciones finalmente entran en el orden y equilibrio del planeta.

Porque sí se puede. Cada vez más y más personas lo deseamos, lo buscamos y estamos trabajando interna y externamente en esa dirección.

Así que este día de la Tierra, si no puedes salir de casa, asómate a tu ventana y ve el cielo. Siente la inmensa fuerza e inexplicable orden que hay detrás del simple hecho de que el Sol salga y se ponga cada día. Siente el misterio. Siente la magia de la naturaleza …. y sábete parte de ella.

Porque aunque creamos estar perdidos, no lo estamos, nunca hemos dejado de *ser* naturaleza. Sólo necesitamos un pequeño ajuste de percepción para volver al equilibrio. Y claro que podemos hacerlo…

📸 @servanrueda

El mar ha sido de mis grandes maestros

No lo había compartido por aquí, pero antes de enamorarme de las plantas y el mundo de la tierra, mi universo fue el Mar. Estudié Oceanología y por más de 12 años el surf fue de mis únicas pasiones.

A través de él, el Mar se convirtió en mi gran maestro y una de las lecciones más difíciles fue la siguiente:

‘Nunca lograrás agarrar una buena ola, si no aguantas el revolcón que inevitablemente te van a dar otras olas antes.’

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La buena noticia es que hay técnica para esto, y es sencilla: en un revolcón lo mejor que puedes hacer, es…
no hacer nada.

No pelearlo, no resistirte, no tratar de salir antes de tiempo.
El revolcón dura lo que tiene que durar y si tú te sueltas y te dejas llevar, en poco tiempo la misma ola te saca a la superficie para que, otra vez, puedas respirar.

Lo contrario: patalear, resistirte, luchar por salir antes de tiempo, lo único que hace es que te canses, pierdas el tan valioso oxígeno que te queda en esos momentos, y de alguna extraña manera, tardas más en salir.

Porque aunque el movimiento de estar siendo revolcado por una ola parezca caótico, no lo es. Hay un cierto orden que si tú no te metes con él, el mismo movimiento al finalizar te ayuda a salir requiriendo mínimo esfuerzo tuyo. Pelearte con él lo altera y acabas saliendo más tarde, asustado y agotado.

Así que… ahorita que todos estamos siendo revolcados por esta ola inesperada de cambios abruptos, recuerda la lección del mar y déjate llevar lo más que puedas.

Fluye. Déjate revolcar, sacudir, exprimir incluso en direcciones que no se sienten cómodas y hasta asustan. Al principio cuesta trabajo, pero es algo que se aprende, te lo aseguro, y se vuelve más fácil cada vez. Te acostumbras a soltar el control.

Porque de esa aceptación a lo que la vida nos está poniendo enfrente dependerá qué tan rápido podremos salir para estar listos y surfear la siguiente buena ola que nos llegue. Y todos los surfers sabemos que hay olas que te cambian la vida para siempre, sólo hay que estar listos para ellas…

Belleza de 📸: Rossana Michel Pinto

Los árboles están aquí para ti.. Aún si no puedes salir a ellos

Ahorita que estamos todos en medio de un aislamiento social fuerte, para los que todavía tenemos el lujo de poder salir al campo o a un parque, una opción es buscar sosiego en la naturaleza.

Los humanos somos animales sociales y eso de no poder dar abrazos nos cuesta mucho (sobre todo a los latinos). Una opción es reconocer que también podemos canalizar nuestro amor y cariño, no solo a las personas con quienes estamos compartiendo cuarentena si no a la naturaleza que nos rodea, ya sea grande o chica.

Si puedes salir, más que nunca es buen momento de atreverte a abrazar un árbol o una roca grande, cerrar tus ojos y sentir. Sentir que abrazas y sentir que eres abrazadx de regreso. Sentir que sueltas lo que estás cargando, lo que te pesa, lo que te da miedo y entregarlo, dejarlo ir todo en ese abrazo. Puede haber muuuuucho intercambio y mucha liberación en ese acto.

Si no puedes salir, no pasa nada, puedes hacer lo mismo y con el mismo efecto, visualizando. Simplemente busca un lugar tranquilo, cierra tus ojos, respira hondo y asiéntate en el aquí y en el ahora. Cuando sientas que ‘aterrizaste’, deja que venga a tu mente un árbol, el que sea. Disfruta su presencia y cuando sientas que es momento, abrázalo. Abrázalo y entrégate completamente al abrazo. Si lo necesitas, pídele que se lleve lo que sea que ya no quieras estar cargando e imagina que lo recibe, lo mueve a través de sus raíces al centro de la tierra y ahí se transforma en algo nuevo.

Eso ayuda a no sentirnos culpables de ‘enviar’ emociones que no nos gustan, al pobre árbol.

La práctica de la visualización puede ser igual de poderosa que la experiencia real, así que prueba cualquiera de las dos opciones para ayudarte a soltar esas cargas y así enfrentar los retos con más ligereza y paz. Y si tienes alguna experiencia que te gustaría compartir, soy toda oídos!

Con cariño,

Paula

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