Hace poco tuve una experiencia muy rara

Habíamos salido a un cerrito una amiga, mi perro Pax y yo, cuando a lo lejos vimos un grupo grande de caballos, sueltos, libres.

Para nuestra sorpresa empezaron a caminar hacia nosotras y se nos hizo buena idea ir hacia ellos también. Lo que no entendíamos es que esa es su tierra y nosotras, las visitantes. Que no ‘íbamos nosotras a verlos’, si no ellos a nosotras. Bajo sus reglas. Y sus tiempos.

Sin darnos cuenta cuando pasó, en segundos empezaron a rodearnos unas bellezas enormes, pesadas, poderosas - conscientes de su poder. Suponemos que querían averiguar quienes éramos y qué hacíamos ahí, en su tierra.

Así que nos rodearon, nos cerraron el camino y nos empezaron a investigar; en particular a Pax. Y Pax, aunque ya conocía caballos, no estaba del todo feliz de tener a 4 gigantes encima de él oliéndolo al mismo tiempo. Estaba bastante nervioso.

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El detalle es que cuando él se asustaba y se movía con miedo, los caballos respondían igual y los teníamos demasiado encima. Sus movimientos bruscos así de cerca sí se sentían peligrosos. La posibilidad de un pisotón o una patada no parecía lejana.

Pero no teníamos opción. Si tratábamos de caminar nos cerraban el camino de inmediato y nos volvían a dejar dentro de su círculo. No había, de forma muy real, escapatoria más que estar ahí, el tiempo que ellos quisieran que estuviéramos ahí. La lección era obvia: no había más que soltar el control, literalmente: soltar las riendas.

Desde ese espacio, desde el soltar completamente, el tiempo perdió sentido. Pudimos haber estado con ellos 20 minutos o 5 horas, quien sabe. Desde ese espacio se volvía más fácil sentirlos, escucharlos, entenderlos; abrirnos lo suficiente para que confiaran en nosotros y que recibieran el mensaje de lo que buscábamos (salir de ahí). . Estando yo tranquila, entregada al momento, Pax se tranquilizaba también. Las cosas se sentían en su lugar y más que nada, se sentían vivas

Porque soltar el control, aún con miedo de por medio, te despierta, te prende, te activa. Te sientes más vivx que nunca. Ves la vida enfrente de tí en tiempo real, no en las divagaciones mentales del pasado y el futuro. Estás ahí. Presente. Despiertx al momento que tienes frente a ti.

Estos tiempos nos están obligando cada vez más, a soltar el control. Y en vez de verlo como algo negativo lo podemos ver como una invitación a estar más vivxs y presentes a lo que la realidad pone frente a nuestros ojos. Y vivir así es mágico. Con caballos alrededor de ti, o no.

Fotos y compañera de aventura: Valentina Granado