Relación uno a uno con las plantas. ¡Porque las plantas no son cosas!

¿Te has dado cuenta que en nuestra sociedad percibimos a las plantas como seres vivos, pero totalmente carentes de inteligencia, conciencia o espíritu?

Un ejemplo es el vocabulario que usamos: cuando alguien ha tenido un daño cerebral y resulta en un estado de inconsciencia, decimos que esa persona está en estado vegetal o vegetativo. Es decir, no podemos concebir que una planta -o un vegetal- pudiera tener consciencia de sus alrededores y mucho menos, de sí misma.

Afortunadamente la ciencia está cambiando rápido en este tema y cada vez son más los estudios que comprueban la inteligencia, memoria, comunicación e incluso altruismo que existe en el mundo de las plantas.*

Es así como nuestro entendimiento occidental se está acercando más y más al entendimiento de la mayoría de las sociedades antiguas e indígenas:

la idea animista de que las plantas tienen conciencia, personalidad e incluso espíritu.

 

Para una gran cantidad de sociedades, las plantas y los árboles son nuestras abuelas y abuelos: seres sabios que han estado en este planeta millones de años antes que nosotros y son capaces de ayudarnos, guiarnos y sanarnos con su medicina a través de este confuso viaje por el planeta Tierra donde muchxs nos sentimos perdidos o necesitamos sanación.

Así, la relación que tenían (y siguen teniendo) con las plantas estas comunidades ancestrales, son de respeto, de uno a uno. Se les ve y entiende como seres -seres vivos, conscientes-,  no como cosas o sólo recursos útiles para el ser humano.

Esta idea que tenemos nosotros de que estamos por encima de todo y de todos, pero en particular de las plantas, la tenemos completamente internalizada la mayoría de los humanos occidentales, ya que así fuimos educados.

Respetar a las plantas

Realmente requiere humildad, curiosidad, tiempo y práctica desarrollar la percepción de que una planta, aunque no hable, ni tenga ojos ni cerebro, pueda estar consciente, pueda escucharte y responderte.

Al momento de hacer una esencia floral o trabajar con una planta como medicina, es vital aproximarte a ellas con este reconocimiento.

Una de las formas más sencillas para ir abriéndote a esta idea es con la práctica de pedirle permiso a una planta antes de colectar alguna parte de ella.. ¡y escuchar su respuesta!. Esto es algo que una gran mayoría de comunidades nativas han hecho desde tiempo inmemorable. 

Pero, ¿cómo escuchar la respuesta de una planta, si no hablan?!

En unas semanas compartiré más a profundidad el proceso de cómo pedir permiso a las plantas, pero aquí puedes leer una introducción.

Si tienes alguna duda o si pedir permiso a las plantas es algo que ya haces, ¡me encantará escucharte en los comentarios!

Si estás escuchando el llamado de la Naturaleza y quieres encontrarte con ella desde un espacio más consciente y presente, te invito a que conozcas mi audioguía descargable de baños de bosque. Con ella podrás salir a cualquier espacio natural que tengas cerca y dejar que el audio te acompañe en una exploración profunda, creando un encuentro muy íntimo entre tú y la belleza que te rodea.

La puerta de la Naturaleza está abierta… solo está esperando a que te atrevas a cruzarla y conocer qué hay para ti del otro lado.


* Si te interesa el tema te recomiendo ver videos de Mónica Gagliano, pionera en el área de la inteligencia de las plantas, con un libro llamado “Así Habló la  Planta”. Stephano Mancuso tiene otro libro muy aclamado: “Sensibilidad e Inteligencia en el Mundo Vegetal”, mientras que la científica Suzanne Zimmard pudo comprobar que los árboles se comunican entre sí y se cuidan unos a otros. Su libro “En busca de la Madre árbol”  elata sus descubrimientos.