Hoy esta flor me pidió que cantara

Ella, la versión albina de unas guapuras color lila comunes en esta época, me detuvo en seco y lo sentí, sentí que me pedía que le cantara…

Hace muchos años dejé de percibir a las plantas como ‘objetos’ y desde entonces comencé a interactuar con ellas como seres vivos, conscientes, capaces de reconocer mi presencia, mis intenciones y mis mensajes (y de yo escuchar los suyos).

Así que.. hablo con ellas: les pido permiso antes de cortarlas, les digo palabras de aprecio, les agradezco, les dejo ofrendas. Pero, ¿cantarles a viva voz? Eso no lo había hecho. De chica siempre me dijeron que no cantaba bien, así que cantar es algo que me reservo para mi propia compañía.

Aún así, en esta ocasión el mensaje fue claro y me inspiró el  saber que los indígenas de esta región (y muchas otras) tenían un canto diferente para cada tipo de planta que recolectaban, que entonaban con respeto mientras cosechaban.

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Pero.. ¿cual era el canto de esa flor? ¿Cómo iba yo a saberlo?

Sin pensarlo mucho abrí mi boca, dejé que salieran los sonidos que quisieran salir y en poco tiempo empezó a aparecer una melodía.

Aunque sencilla, conforme más la cantaba más forma adquiría y más sentía la importancia de cantarla. Poco a poco fui sintiendo que no sólo la flor albina lo recibía si no sus compañeras, y el campo alrededor, y los cerros detrás, y los cerros más más atrás, y toda la tierra que mis ojos alcanzaban a ver, lo recibían y agradecían. Fue muy bella y muy poderosa la experiencia.

Vivimos en una época en que los humanos dejamos de cantarle a las flores, al Sol, a la lluvia, al viento. ¿Y saben? No me cabe duda que la Tierra lo extraña, nos extraña. Extraña que nos relacionemos con ella como si realmente estuviera viva.. porque lo está. El detalle es que nos enseñaron a verla como una colección de objetos, donde los únicos sujetos somos los humanos.

En el siguiente post quiero hablarles de una forma muy sencilla para comenzar a re-conectar con la experiencia de que la Tierra, y las plantas en particular, están vivas, que nos escuchan y responden a nosotros.

❇Introspectar ❇

Es darte la oportunidad de estar contigo, sin prisas ni objetivos.

❃ Es detenerte y conectar con las partes de ti que saben qué quieres y hacia donde vas.

Es soltar el peso de las demandas del mundo externo, para ponerle atención a esas partes ignoradas tuyas que necesitan tu atención.

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Es tener el valor de escucharte y reconocer qué hay dentro de ti: tanto lo que te gusta, como lo que quisieras que no existiera.

Es ponerte a ti mism@ primero y reconocer que mereces y tienes todo el derecho de darte ese tiempo para ti. Que no es un lujo, si no una vía para no perder tu rumbo.

❃ Es entrar en un espacio de quietud donde las respuestas a tus preguntas más profundas puedan surgir.

O mejor aún… es reconocer ese espacio de silencio interno donde el ruido incesante de las preguntas, finalmente se calla.
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❇ Necesitas un tiempo para introspectar pero no logras dártelo??
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Fuerza y vulnerabilidad

Qué puede ser mejor ejemplo de fuerza y vulnerabilidad al mismo tiempo, que una flor silvestre recién abierta?

Llegamos a este mundo como recién nacidos, cual flor, abiertos completamente a la vida.

Y no sé tu, pero yo a través de los años (y de los golpes) me fui cerrando y protegiendo a mi misma. Fui armando corazas, murallas y todo tipo de defensas para no sentir las emociones que no me gustaban - dolor, tristeza, miedo, enojo, vacío…

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El detalle es que cuando uno se cierra a algo, se cierra a todo. Nuestro ser no tiene una puerta mágica que se cierra a lo ‘feo’ y se abre a lo ‘bonito’. La verdad es que: o estamos abiertos a la vida, o estamos cerrados (o en proceso de abrirnos).

O sentimos y recibimos la gama completa de emociones y experiencias que vienen con el paquete de estar vivos, o sentimos muy poco… cada vez menos.

La extensa gama de sensaciones y emociones que conocíamos, poco a poco se va transformando en una difusa pero constante ansiedad, que ya no tiene causa u origen claro. Con el tiempo eso se va volviendo tan cotidiano en nosotros, que creemos que así es la vida.

Finalmente  llega un momento en que muchos de nosotros explotamos -o implotamos- y comenzamos a buscar una salida, una alternativa. Nos atrevemos a escuchar la voz dentro de nosotros que dice “esto no tiene por qué ser así”… y comenzamos el camino de regreso a casa; el camino de regreso a nosotros mismos.

Poco a poco, como el tallo de una flor rompiendo el suelo después de un invierno rudo, nos vamos atreviendo a salir de la oscuridad conocida y, usando todo el valor al que tenemos acceso, nos dejamos guiar hacia la luz.

Seguro, en el proceso pueden llegar sequías, heladas o nos pueden pisar. El miedo, la tristeza y el dolor no desaparecen desde un inicio, pero aceptando su presencia finalmente nos abrimos a sentir eso que en el fondo siempre buscamos: paz, descanso, alegría, amor.

Lo mejor de todo es que vamos descubriendo que, en esencia, ese es el estado natural de quienes somos. Y no hay poder más grande que ese.

Solsticio de invierno

Hoy es Solsticio de invierno, el día más corto del año.

La falta de luz y su acompañante oscuridad extendida no es algo que evadir, es algo que explorar.

Es un día (y una noche) para reposar, para detenernos. Para hacer una pausa e ir hacia adentro: a lo profundo, a la parte de nosotros que añora conectar con el misterio, con lo no materializado aún.

También es el día perfecto, para dejarte hipnotizar con la magia sutil e invisible presente en cada aspecto de la naturaleza.

Así que si puedes, date tiempo para ti hoy. Medita o simplemente cierra tus ojos, respira y siente las sensaciones de tu cuerpo, siéntete a ti siendo -tú-. ¿Cómo se siente ser tú, hoy? ¿Qué partes de ti te siguen siendo desconocidas o poco familiares? Si las encuentras, ¿podrías darles un poco más de tu atención y ver qué pasa cuando promueves esa mayor intimidad contigo?

Y yendo hacia afuera.. Asómate y busca al Sol. ¿Dónde está? ¿Qué tan alto llegará hoy? ¿Cómo es la luz a tu alrededor?

Durante la noche prende una fogata o enciende velas y déjate hipnotizar por el fuego en movimiento.. Date permiso de perderte en él y ve qué descubres!

Estas son solo ideas, pequeños rituales o prácticas que me gusta hacer este día, para no dejarlo pasar como si fuera uno más. Pero escúchate, sigue tu instinto y date el tiempo para hacer justo eso que hoy te nace hacer..

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El otoño es de mis estaciones favoritas.

Es una temporada de colecta, de cosecha, donde el trabajo fuerte que hicimos durante el año nos rinde de formas creativas sus frutos.

Es una época para practicar el recibir -recibir abiertamente y sin culpa- para así nutrir una parte profunda de nosotros y desde esa saciedad poder compartir - compartir con el corazón-, con un corazón lleno que sabe que dando sólo puede llenarse más.

En esta temporada también me gusta recapitular los logros, avances y cosechas que he tenido este año. La mayoría de nosotros tenemos la tendencia de fijarnos en lo que nos falta, lo que no hemos logrado, lo que todavía no alcanzamos.

Como ejercicio, te propongo lo contrario: observa cuánto sembraste, cuánto cuidaste y cuánto cosechaste del otoño pasado hasta hoy. Date cuenta cuánto has crecido, cuánto has soltado, cuanto nuevo has alcanzado.

Nadie nos enseñó a reconocer nuestro pequeños o grandes logros; sólo nos enseñaron a siempre buscar algo más.


Este inicio de otoño, date permiso de regalarte el reconocimiento propio del inmenso brillo que hoy tienes. No esperes a que nadie te lo dé. Tú brillas, lo sabes, y esa cosecha es la más importante que puedes regalarte hoy.

Hazlo. Te lo mereces

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Una mora a la vez..

Es una sensación interesante, comer directo de lo que la tierra te da, sobre todo de plantas silvestres que nadie sembró y nadie cuida, pero que desbordan sus frutos ahí, a pleno camino, como esperando emocionados ser encontrados por alguien.


Hoy que comí estas zarzamoras sentí una sensación que normalmente recibo cuando como algo directo del campo: Que la Tierra me cuida, me sostiene, me ama.

Detrás de ese dulzor de la mora, detrás de esos sabores - de la combinación perfecta entre ácido y dulce, entre la suavidad de la pulpa y el 'crunch' de las semillas- surge la pregunta.. ¿Por qué? ¿Qué necesidad tiene la planta de hacer algo tan tan rico, que sepa tan bien al paladar?

Más allá de la respuesta obvia a nivel biológico de "la planta sólo lo hace para reproducirse", en realidad, cuando uno 'entra' en la experiencia, cuando llevas esa fruta a tu boca con toda tu presencia y toda tu atención, puede ser posible sentir algo más profundo.

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Como si ese sabor delicioso sólo fuera una expresión de que detrás de los regalos de la Tierra hay un enorme Amor que nos sostiene y nos dá incluso más de lo que necesitamos.

La mayoría de nosotros hemos crecido sintiéndonos separados: separados unos de otros, separados de la Tierra, separados incluso de nosotros mismos. En esa creencia, lo que subyace entonces es una sensación de estar solos: desamparados y abandonados - solos contra el mundo.

Momentos así son el recordatorio perfecto de que la realidad es diferente, que no estamos solos ni separados, si no todo lo contrario. Estamos soportados, estamos sostenidos y somos amados incondicionalmente. En el fondo, somos Uno y en la medida que confiamos en ello lo comenzamos a ver reflejado más y más en nuestras vidas.

A veces, una mora a la vez.

Contemplar.. cuando se volvió un privilegio?!

A veces me pregunto, ¿en qué momento se volvió un privilegio sentarnos a contemplar, sin nada más que hacer?

¿En qué punto de la historia comenzamos a sentir culpa por estos espacios de descanso total?

No se tú, pero a mi me ha costado trabajo ir depurando la culpa, la sensación de 'estar perdiendo el tiempo', cuando me regalo esos espacios de contemplar, de 'ser' y no solamente de 'hacer' (que es a lo que socialmente estamos condicionados).

La buena noticia es que, después de buen tiempo de practicarlo (con culpa y ansiedad incluidas), poco a poco mi cuerpo y mi mente han ido aprendiendo a relajarse, a aquietarse.

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Lo que he aprendido es que esos espacios 'vacíos' son los que más me nutren. Es donde me recargo y donde me recupero profundamente. Donde mi motivación y energía se restablecen.

Es donde encuentro paz.

Y resulta, que es desde esa paz donde soy más creativa, más eficiente y más enfocada.

Básicamente, es así como me siento realmente presente y viva, en vez de en una especie de sueño difuso con cosa tras cosa por hacer, en una carrera que nunca termina.

Así que, con este contraste he ido aprendiendo a ignorar la culpa y los otros patrones mentales que pretenden sacarme de estos momentos contemplativos/meditativos, y me permito sumergirme aún más profundo en la delicia del momento presente.

Y sin duda, no hay nada más delicioso que eso.

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Día Internacional de la Fascinación por las Plantas

Hoy 18 de mayo es el Día Internacional de la Fascinación por las Plantas..
Sabías que existía algo así ?!

Si lo piensas, nuestra vida entera se basa en ellas, así que se merecen mínimo un día de atención.

Tu comida todos los días, el café o el té que tomaste esta mañana, tu cerveza o vino de ayer viernes, tu camisa y tus sábanas de algodón, tus muebles de madera, el verdadero origen de las medicinas, el oxígeno que respiras! La vida en este planeta existe a partir de ellas. Hasta el petróleo con el que se mueve el mundo hoy, está hecho en su mayoría de plantas prehistóricas comprimidas.

Pero, más allá de las bondades materiales que nos ofrecen, a muchos las plantas nos dan algo menos tangible pero cada vez más necesario para los humanos: paz y tranquilidad.

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Ante su belleza, delicadeza, fuerza y misterio, algo profundo en nosotros descansa y se conecta con un sentido de apreciación y asombro que nos saca al instante del caos mental en el que normalmente estamos y nos traen de regreso al presente, donde hay paz.


Así que aprovecha este día de pretexto y aunque vivas en la ciudad, date cuenta la cantidad de plantas que te rodean: cuántos árboles, flores, arbustos, frutos y semillas están cerca de ti todos los días, sin que les hagamos demasiado caso. Puede que te sorprendas.

Abre los ojos al mundo verde, déjalo que entre en ti y dime si no es inevitable sentir una inmensa gratitud al hecho de que estén aquí, con nosotros, todos los días.

PD - El baño de bosque de mañana será una de mis formas de honrarlas y agradecerles todo lo que recibo de ellas.
A ti cómo te gustaría hacerlo?

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La magia de abrirnos a recibir..

Es difícil de describir la diferencia entre caminar en un campo lleno de flores estando abierta, receptiva y totalmente presente a lo que mis ojos ven, a cuando lo hago viéndolas, pero no realmente -estando-, en cuerpo, mente y alma, ahí.


Y es que algo pasa, como si una puerta se abriera, cuando sales sin prisa, sin querer llegar a otro lugar, sino simplemente recibiendo paso a paso, respiración a respiración, todo lo que la naturaleza tiene para ti ahí, en ese preciso momento, en ese justo lugar.

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De repente, todo se aclara y tus ojos comienzan a percibir la belleza no sólo en las flores de colores espectaculares, si no en lo que está a tu alrededor: los pastos delicados, las formas y colores de las piedrecitas del suelo, la manera en que vuelan los insectos que visitan las flores.

Todo, todo, adquiere una esencia mágica, una luminosidad y una presencia que te llena por completo; no hay una sola parte de ti que quisiera estar en otro lugar o viviendo algo diferente.

Para recibir así, tenemos que atrevernos a sentir. Tenemos que tener el valor de abrirnos y ser vulnerables. Tenemos que aprender a ver no sólo con los ojos si no con todo nuestro ser, enseñarnos a estar abiertos a relacionarnos desde otro espacio con el mundo que nos rodea.


Si no lo has vivido, puede sonar muy esotérico. Pero lo más probable es que has tenido muchos momentos así en tu vida y lo que quiero decirte es que los busques, que recuerdes que son reales, que están aquí para ti para llenarte, para saciarte y para recordarte que tu vida puede estar más llena de magia y plenitud de lo que tal vez a veces te permites.

Este mundo constantemente nos está tratando de dar de mil y un formas y lo único que tenemos que hacer es detenernos, respirar, y tener el valor de abrirnos a recibir.

Paula

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Día de las madres.. incluyendo Mamá Tierra

Así como nos es evidente que sin nuestra mamá biológica simplemente no estaríamos aquí y tenemos nuestra vida entera que agradecerle, todos los seres de este planeta compartimos una Madre y esa es la Tierra: la Naturaleza que nos nutre, nos sostiene y nos da incondicionalmente a todos.

Al igual que nuestras mamás, sin esta fuerza de vida simplemente no existiríamos.

En este día es bonito hacer el ejercicio de conectar con el amor que sentimos por ellas, nuestras madres, reconociendo todo lo que nos dan y nos han dado a lo largo de nuestra vida, y extenderlo más allá.. a la Madre Tierra, a todas esas fuerzas que sin darnos cuenta se conjugan día a día, segundo a segundo, para que nuestra existencia sea posible.

Reconocer conscientemente todo lo que recibimos de ella te puede generar una sensación de gratitud inmensa! cuando te das cuenta de todo el amor que hay detrás del simple hecho de que tú estés con vida hoy, aquí, en este momento.

Así que, gracias Madre.

Gracias Madre Universal, Madre Divina, Madre Naturaleza y mamá querida, por ser una fuente infinita de amor, apoyo y soporte para la vida, mi vida, en esta tierra.

Gracias

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La verdadera forma de celebrar a la Tierra

Una de las formas más radicales de ayudar al planeta es comenzar a verlo con nuevos ojos. A darnos cuenta de que está realmente vivo.

Volver a ver y sentir que el agua está viva, las plantas están vivas, las rocas están vivas, el suelo que pisas está vivo.

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La mayoría de las culturas antiguas siempre han visto a la Tierra y todo lo que existe en ella como algo vivo, algo con quien podemos relacionarnos como de humano a humano.

Para ellos, la naturaleza nos habla, nos escucha, responde a nosotros y por definición, merece respeto. No sólo lo merece, si no que al verla así el respeto hacia ella surge solo.

Tal vez nosotros no crecimos en una cultura antigua, pero nuestra capacidad de volver a ver a la Tierra como algo vivo *vivo* está en nuestro ADN.

Percibir el mundo así es de las sensaciones más expansivas y hermosas que hay.


Así que, hoy que es Día de la Tierra date la oportunidad de sentirlo. Cuando veas una roca, un árbol, una flor, un arroyo corriendo.. o la planta en maceta dentro de tu casa, desafía la creencia de que lo que tienes frente a ti es una cosa, un objeto inanimado.

Observa con atención, con calma y sin buscar nada. Deja todo detrás por unos momentos, sólo respira, ábrete y recibe. Puede que te sorprendas!

La mejor forma de celebrar a la Tierra es reconociendo que está realmente viva y que eres profundamente parte de ella.


Sabiendo eso, sin siquiera tratar estarás cuidándola y protegiéndola con tus acciones y tu ejemplo, todos los días.

En este mundo cabemos todxs

Hay flores que son grandiosas y llamativas a simple vista, que pueden verse a kilómetros de distancia por su exuberancia y todo mundo reconoce y admira. Son las flores donde todos queremos tomarnos selfies.

Pero también hay otras flores más sutiles: escondidas, misteriosas, menos comprendidas y aparentemente pequeñas pero que guardan dentro de sí una belleza incomparable, compleja y sólo apreciada por algunos.

No importa con cuál te identifiques, sólo recuerda que en este mundo cabemos todos.

Los coloridos, exuberantes y llamativos, los que crecen mejor en grupos, y tambien los que nos gusta alejarnos de las masas y florecer en nuestros propios rincones a nuestro propio ritmo, sabiendo que cada quien necesita condiciones diferentes para ser completamente quien es.

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Pero también hay otras flores más sutiles: escondidas, misteriosas, menos comprendidas y aparentemente pequeñas pero que guardan dentro de sí una belleza incomparable, compleja y sólo apreciada por algunos.


No importa con cuál te identifiques, sólo recuerda que en este mundo cabemos todos.

El arte perdido de deambular

Lo has hecho alguna vez? Salir a la naturaleza sin un propósito? Ir sin tener claro a dónde quieres llegar o qué vas a hacer cuando estés ahí?

O al menos, aunque un plan te haya llevado hasta ahí.. te has dado la oportunidad de comenzar a caminar así, sin más, sin rumbo, sin un propósito fijo más allá que dejarte guiar por lo que te va llamando la atención en el camino?  Si la respuesta es si, felicidades! Continúas Sigues haciendo lo que por milenios los  humanos han hecho antes de la era industrial. Si tu respuesta es no.. de  verdad, hazlo un día. Te lo recomiendo. 

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Segun el diccionario, deambular es:

‘Ir de un lugar a otro sin un fin determinado. Andar, caminar sin dirección determinada.’


Qué pecado puede haber en ello?!

Algo pasa cuando salimos sin un plan y nos dejamos guiar por el momento y por el lugar. Cuando recuperamos ‘el arte perdido de deambular’.

Nuestra sociedad y, más importante, nuestras cabezas nos dicen que andar así por la vida es prácticamente un pecado. Que necesitamos ser productivos el 99% del tiempo. Que ‘no-hacer’ es una pérdida absoluta e irrefutable de nuestro tiempo.

Pero… de verdad. Deambular es diferente.

Deambular implica romper con esas programaciones sociales y mentales y darte el permiso, de hacer nada. De vagar. De merodear.

Si te das cuenta, todas estas palabras tienen connotaciones negativas en nuestro idioma. Tenemos un idioma bastante severo. La palabra deambular en inglés es ‘wander’ y para ellos, ese verbo es bastante más aceptado. Hay incluso una frase que me encanta que es ‘wander lust’, traducido literalmente como ‘lujuria por deambular’ que.. oh dios mio! Doble pecado!

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Insisto. La cultura hispánica es severa y sin darnos cuenta nos privamos de experiencias que no sólo no tienen nada de malo si no que son, además, increíblemente necesarias para nuestro cuerpo y nuestra mente.

Deambular es algo fuerte, te aviso. Practicar el arte de deambular te da independencia. Deambular te empodera, lo juro. Te empodera en el sentido de reconocerte capaz de hacerte tu propio camino, de tomar tus propias decisiones. De parar cuando se te antoja porque viste algo que te llamó la atención, y de continuar cuando sientes que es momento. Deambular te reconecta contigo, te ayuda a reconocer tu propia intuición y tu propia dirección. Te hace dueñx de ellos. Y al mismo tiempo, deambular te obliga a estar abierto o abierta al mundo, a relacionarte con él, a observar y escuchar lo que te rodea y reconocer cómo ello también te guía y te dice por donde y hacia donde. Es aprender a leer el mapa de dejarte guiar por tu intuición.

Deambular es un micro campo de entrenamiento seguro, si lo que buscas es tomar con más ganas las riendas de tu vida y decidir paso a paso tu propio camino.

Inténtalo y me cuentas cómo te fue en la sección de comentarios.

O si conoces a alguien que le urge relajarse y soltar un poquito el control en su vida, para reconocer otro tipo de guía, compártele este artículo. Nunca sabes..

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Pedir permiso a las plantas

Para cientos de culturas nativas alrededor del mundo, los seres de la naturaleza tienen espíritu. Se habla del espíritu del agua, el espíritu de la montaña, el espíritu de los árboles, el espíritu de las plantas…

Así, percibiéndolos con ese respeto y veneración el trato que se les da es distinto.
Si uno necesita algo de una planta, por ejemplo, primero se le pide permiso. Uno pregunta, se da el tiempo para escuchar la respuesta a esa petición… y ella responde 🍃

Puede ser un movimiento sutil en sus hojas, una abeja que se posa en su flor o, simplemente, una sensación interna la que indica la respuesta.

Aún quienes no pertenecemos a culturas nativas y somos criados con la noción de que el mundo natural jamás respondería a nosotros, podemos vivir una experiencia así. Podemos probar nosotros mismos con algo tan simple como pedir permiso a una planta la próxima vez que queramos cortar una flor de ella… y abrirnos a escuchar.

Confía. Algo muy profundo en nosotros, en cada ser humano, lo sabe hacer y recuerda cómo hacerlo; nuestros antepasados lo hicieron por milenios. Al abrirnos, conectamos no sólo con el mundo natural, si no con una parte sabia, profunda y ancestral de nosotros mismos.

Y todas y todos podemos hacerlo.

Si tienes alguna pregunta, con gusto te leo y respondo aquí abajo en los comentarios..

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Si estás escuchando el llamado de la Naturaleza y quieres encontrarte con ella desde un espacio más consciente y presente, te invito a que conozcas mi audioguía descargable de baños de bosque. Con ella podrás salir a cualquier espacio natural que tengas cerca y dejar que el audio te acompañe en una exploración profunda, creando un encuentro muy íntimo entre tú y la belleza que te rodea.

La puerta de la Naturaleza está abierta… solo está esperando a que te atrevas a cruzarla y conocer qué hay para ti del otro lado.

(Otros posts que te podrían interesar: Animismo, Pedir permiso a la Naturaleza y Los Árboles están aquí para ti)


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Algo tiene el otoño..

Ese cambio en los colores, en la temperatura cuando te despiertas en la mañana. Ese picorcito fresco en la piel que hace tiempo no sentías.

La llegada del otoño despide la locura intensa del verano y trae con él un cierto apaciguamiento, un aviso de la calma que está por venir conforme los días se hacen más cortos y las noches más largas.

Para los que nos gusta la introspección, es la temporada ideal: la luz es más tenue, más sutil; el frío que recién llega nos invita a que pasemos más tiempo leyendo, escribiendo o dibujando. Ya no hay tantas actividades sociales y eso nos da la libertad de dedicar más tiempo a lo que realmente nos gusta.

Si ponemos atención, conforme la naturaleza se relaja, algo dentro de nosotros también lo hace.

Y estos colores nos recuerdan que al igual que ella, nosotros también brillamos cuando nos damos permiso de hacerlo.

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